VILLAGER, MI PUEBLO

Así se veía Villager, mi pueblo, el día de Viernes Santo de 2018; bueno, realmente debería decir una parte de mi pueblo, porque como se podrá apreciar falta el barrio del Postoiro (barrio de arriba). El motivo de que el Postoiro no aparezca en ninguna de las fotografías no se debe, en absoluto, a que como yo nací en el barrio De la Cruz (barrio de abajo) me hubiera olvidado del barrio de arriba; nada más lejos de la realidad, simplemente se debe al hecho de que todas estas fotos las tomé mientras caminaba por la vía verde en una fresca y hermosa mañana, mientras mis pies se hundían suavemente en la nieve y mi vista contemplaba la hermosura de las montañas nevadas.

Siempre que voy a mi pueblo, y lo hago con cierta frecuencia, el paseo matinal por la vía verde, desde las Rozas hasta Caboalles de Arriba, en cualquier época del año, es para mí algo imprescindible, y no sólo por el sano ejercicio de caminar, sino, principalmente, por la contemplación de tan hermoso paisaje, aun cuando sea un paisaje para mi harto conocido; y en parte, también, porque me transporta a los tiempos de mi juventud cuando lo recorría a diario para ir a trabajar al taller de Las Rozas. Cierto que en aquellos días no era un paseo, como es hoy, sino que era la vía del tren, y el caminar no era distendido como lo es ahora. Tenía que andar sobre las traviesas y las piedras, entre los raíles, además de tener que estar pendiente de que no viniera un tren. No, aquello era muy diferente, no se trataba de pasear sino de ir a trabajar, y en invierno, en el turno de noche, cuando salíamos de trabajar a las dos de la madrugada, muchas noches tenía que caminar sobre tal cantidad de nieve que me hundía hasta las rodillas. Con sinceridad, entonces en lo que menos me fijaba era en el paisaje.

Hoy es bien diferente, el paisaje del entorno de Villager me parece de una belleza difícilmente comparable. Rodeado de altas montañas con frondosos bosques, que, si en primavera muestran su precioso verdor y el diverso colorido de sus flores, en otoño ofrecen a la vista una mezcla de colores dignos de la paleta de un pintor. Quien pasea por sus brañas -principalmente por la de Buenverde- experimenta una sensación de relajación y de bienestar inolvidable. No creo exagerar si digo que quien haya caminado por la senda que va de Buenverde a Brañarronda, aunque haya sido una única vez, guardará para siempre en su corazón una sensación de éxtasis incomparable.

En los corazones de los bilaxius (gentilicio de los habitantes de Villager) en la diáspora, anida un sentimiento de nostalgia tan profundo que, probablemente, nos haga ver la belleza de nuestro pueblo con mayor intensidad que a los habitantes de siempre, pues sabido es que la nostalgia es como un filtro que sólo permite el paso de recuerdos agradables, impidiendo que cualquier desagradable incidente turbe nuestra mente. Quizá por ello, aquellos que a edad muy temprana salimos de nuestro pueblo, algunos buscando nuevas formas de vida, otros, quizá, tratando de vivir aventuras, las más de las veces inalcanzables, pero, en el fondo, todos con la idea de regresar algún día al pueblo, viendo que con el transcurrir de los años los caminos se han ido separando hasta el extremo de que esos caminos jamás llegarán a nuestro pueblo, el sentimiento de nostalgia sea cada día más profundo.

Alguno, como es mi caso, vislumbrando en el horizonte como la sombra de nuestra estación término se va haciendo más visible, cada día, puede que nos ocurra como a los salmones que, un día, en su juventud, quedándoseles pequeño su río, buscaron la inmensidad del océano y, viendo cómo se aproxima la hora de su muerte, buscan con ansiedad regresar al río que los vio nacer, aunque, lamentablemente, no todos lo logran.

12 thoughts on “VILLAGER, MI PUEBLO

  1. Amigo Piorno.
    Hoy después de mucho tiempo me animo a contestarte y a decirte que razón tienes al escribir sobre las bellezas del paisaje de este nuestro bonito pueblo de Villager, si bien yo no soy oriundo del mismo, si que puedo decir que pase los mejores años de mi vida en él, y hoy transcurridos mas de cincuenta años desde que lo deje no pasa ni un día sin que me acuerde que en el valle pase los años mas felices de mi vida.
    Los avatares de esta vida me llevaron a conocer un sinfín de países la inmensa mayoría de los que tuve que visitar por desgracia no estaban en las mejores condiciones para en aquellos momentos disfrutarlos pues o bien estaban en guerra, o bien habían padecido un terremoto, o padecido graves inundaciones, etc….
    Todo elle me lleva a la conclusión de que siempre he sido un afortunado, en comparación con estos otros, por la vida que pude llevar disfrutando tanto de los paisajes que ahora mencionas así como de otros muchos dentro de este nuestro país que también merecen el reconocimiento del poder haberlos disfrutado, sobre todo en compañía de personas a las que verdaderamente aprecias y quieres. Por último espero que podamos continuar recordando estas cosas a pesar de estos tiempos convulsos que nos ha tocado vivivr
    Un abrazo

  2. Hola José Luis,
    Creo que sé quien eres, aunque no estoy muy seguro. Creo recordarte cuando aún eras un chiquillo. ¿Vivías en el barrio de La Cantina? Si es así, no me cabe duda de que sé quien eres, aunque mi recuerdo de aquel chiquillo está un tanto difuminado. Si eres quien yo creo, recuerdo con mayor nitidez a tu padre.
    Si en verano sueles ir de vacaciones a Villager, quizá podamos coincidir algún día, porque yo, salvo impedimentos inesperados, pasaré allí los meses de julio y agosto. En otros tiempos, cuando éramos chavales, el mes de julio era una delicia, porque además de las vacaciones escolares, el inconfundible olor a hierba recién segada inundaba nuestro espíritu; era el mes en que el chirriar de los carros cargados de hierba, rodando por los caminos, nos sonaba a música celestial; era el mes en el que los chavales disfrutábamos como enanos saltando dentro de los pajares, pisando la hierba; era el mes en que empezábamos a disfrutar de la fiestas de verano en los pueblos del Valle, empezando por Santa Marina en Orallo.
    Cuando digo que quizá nos veamos, es porque yo no sé por donde sueles alternar cuando vas al pueblo. En otros tiempos, cuando La Cantina estaba abierta al público, no hacía falta preguntar, ya que era el punto de encuentro de todos los bilaxius, pero ahora, con la cantina cerrada es diferente. Desde hace dos años, la ha estado reformando Goyo, un hijo del médico que había en Caboalles, en tus tiempos, llamado Antonio Rubio -supongo que lo recordarás porque era el médico que pasaba consulta en el hospitalillo de Villager donde hacía las primeras curas a los mineros que se accidentaban en el grupo de Calderón-, pero La Cantina, a pesar de que Goyo se ha gastado un dineral en la reforma que, por cierto, la ha dejado muy bien, sigue cerrada. Según tengo entendido, el motivo es que la arquitecto del ayuntamiento de Villablino no le permite abrirla, poniendo como excusa de que no tiene una rampa para entrada de las sillas de ruedas de los minusválidos. Puedo asegurarte que en toda Laciana no hay un solo establecimiento con tal rampa, pero ya lo dice el refrán: “Tus enemigos no los busques lejos de tu casa”.
    Gracias por plasmar tus impresiones en este blog.
    Un Saludo.

  3. Qué razón tienes, Piorno. Nuestro pueblo es así de bonito con nieve o sin ella. Estuvo precioso con las nevadas de este año, aunque hayan retrasado todo el brotar de la de la primavera, pero en cuanto empiece el sol a calentar, hará que se despierte para regalarnos el colorido de sus flores y volverá a ponerse precioso con esa alfombra mágica con que nos deleita todas las primaveras.

    Bonito paseo el de la Ruta Verde, o Ruta del Colesterol, como también lo bautizaron con buen humor, pues con frecuencia te cruzas con gente mayor y de todas las edades, unos paseando, otros a marcha rápida y otros corriendo, un ejercicio sano y a la vez entretenido disfrutando, como bien dices, de los paisajes tan bonitos y entrañables del lugar.

    Los que amamos nuestro Valle, y no vivimos en él, siempre que podemos hacemos alguna escapada para no olvidar nuestras raíces y hacer una cura de tranquilidad, reposo y recargar las pilas, pues aunque tengamos una edad más que madura (lo digo por mí) no siempre disponemos del tiempo que quisiéramos para recalar en nuestro querido pueblín. Eso sí, cuando vamos, lo disfrutamos a tope, y cuando lo dejamos, siempre traemos en el corazón un pedacito de todo lo que hemos vivido allí durante nuestra infancia y juventud.

    Piorno, muy entrañable tu relato, con un punto de nostalgia como casi siempre dejas caer entre líneas, sigue recordando todas estas vivencias, porque ya sabes….recordar es volver a vivir.

    Un abrazo,
    Guaja.

    P.D.
    Las fotos, preciosas.

  4. Hola Guaja,
    Veo que tus cortas vacaciones en Villager han tocado a su fin. Veo también que has paseado por la vía verde ¡Qué envidia me das! Es mi paseo favorito; con nieve está precioso; en primavera, ¡Qué decir! Cada vez que paseo por esa ruta en primavera lleno los pulmones de aire puro y los sentidos de deliciosos colores que estimulan mi espíritu, tantas veces decaído; y si es en otoño, cuando la mezcla de colores, verdes, ocres, marrones y rojos lo cubren todo, pienso que me hubiera gustado ser pintor o, cuando menos, saber pintar aunque fuera sólo un poco, pero para mi desgracia la pintura y yo somos dos, así que no me queda más remedio que acudir a la fotografía, que por otra parte, tampoco es mi fuerte.
    He visto el ramillete de grichándanas que has traído a Madrid. Cecilia cantaba: “Cada nueve de noviembre como siempre y sin tarjeta, le mandaba un ramito de violetas”. Tú, como cada año, para combatir la nostalgia que te invade cuando abandonas el pueblín, te traes un precioso ramillete de grichándanas que, o mucho me equivoco, o las has cortado en los prados de Los Cabaninos que, dicho sea de paso, tienes todo el derecho del mundo a cortarlas allí, ya que esos prados pertenecieron a Villager y les fueron esquilmados con malas artes ¿Me equivoco?
    Saludos

  5. De nuevo ola:
    Me dices que crees recordarme de cuando era un chiquillo, en principio por los datos que me das te diré que no soy el que piensas. Yo vivía en el barrio de la panadería, era vecino de los Anderez, mis padres regentaban una tienda bar que era de Ramón Amigo.
    Hace ya bastantes años que no paso por el valle, aunque suelo pasar parte del verano cerca, ya que tengo una casa en una aldea de Cangas del Narcea. Aunque este año posiblemente lo pase en Alcala de Henares pues si no hay novedad volveré a ser abuelo.
    No obstante si que me gustaría poder coincidir un día contigo tan pronto como podamos.
    Un abrazo

  6. Hola José Luis,
    Efectivamente, no eres quien yo pensaba, y aunque recuerdo el bar que mencionas y que puede que te haya visto alguna vez, lo cierto es que no te recuerdo. Espero que en una de esas escapadas que das a Cangas de Narcea, pases un par de días en Villager y podamos conocernos personalmente.
    Un abrazo

  7. Amigo Piorno:
    He leído con atención tu relato sobre nuestro amado pueblín y, como siempre, mis recuerdos del paisaje nevado y su belleza me transportaron a épocas pretéritas de mi adolescencia, cuando a golpe de “katiuskas” hacía el camino hasta la Academia.
    Unos días antes de Semana Santa estuve en Villager con motivo del funeral de mi tía Delia, la madre de Paulino, Carmuchi y Tino. La nieve cubría el pueblo y, aunque la carretera estaba despejada, era dificultoso aparcar el coche porque lo impedía la nieve acumulada por la quitanieves al borde de la calzada y como al ponerse el Sol la helada era severa, la conducción se tornaba peligrosa.
    Yo si que recuerdo perfectamente a José Luis porque es más o menos de mi tiempo. Claro que como hace una eternidad que no nos vemos, seguro que si nos encontramos no nos reconoceremos. Creo que también intervenía en el Foro de Villager como “Ferraxe”. Al menos a esa conclusión llegué yo, por los datos aportados por él.
    Un abrazo amigo Piorno y mucho ánimo que al “salmón” que llevas dentro aún le quedan muchas aguas que recorrer.

  8. Amigo Teofichu,

    Gracias por tus siempre amenos y bien escritos comentarios, y también por tus buenos deseos. Yo, como verás por mi comentario, estuve toda la Semana Santa en el pueblo y, como también podrás ver por una de las fotografías, estuve con Paulino. Como puedes imaginar, además de darle el pésame por el fallecimiento de su madre, tuve ocasión de comentar con él lo que significa quedarse completamente solo, acostumbrado como él estaba a la compañía de su madre, pero hay caminos que, de grado o por fuerza, no hay más alternativa que recorrerlos.
    Habrás visto que he plasmado su imagen en una de las fotografías, junto a unos vagones de la mina, para guardarlo entre mis recuerdos como una parte más del paisaje de Villager, pues considero que Paulino, al igual que los vagones de la mina, es una parte de paisaje de nuestro querido pueblo.

    Espero poder darte un abrazo cuando nos veamos, como cada año, por las fiestas de San Lorenzo.

  9. Bonito relato para un nacido en Villager que, aunque pronto en San Miguel, cada vez que estoy en Orallo paso una y otra vez subiendo o bajando.
    No estuvimos por Semana Santa, las previsiones del tiempo no acompañaban y, oye, hacía años que no pasábamos esos días en Valladolid, disfrutando de paseos, de amigos y al mismo tiempo presenciando el paso de alguna procesión. A mi particularmente me encanta la del Cristo de la Luz en la universidad, ese silencio respetuoso cuando empieza al mismo tiempo que el coro entona cánticos sacros, es digno de ver además es poco tiempo, una media hora.
    Si que fuimos al pueblo la semana siguiente tres días pero casi ni salí de casa. A ver si en otra ocasión podemos coincidir. En breves días volveremos porque hay que empezar a preparar la huerta y sembrar algo.

  10. Como es costumbre tus relatos son precioso….me encantan!!!! cada vez que los leo es como estar allí gozando de tan hermosos paisajes….en cualquiera de las estaciones del año. Las fotos muy lindas es un placer verlas. Un abrazo

  11. Hola María Teresa,
    Gracias por tus bonitas palabras. Me alegra que te gusten las fotografías, pero tengo que admitir que la fotografía no es mi fuerte. Para bonitas, tus pinturas y no digamos nada de las acuarelas de tu hija, esas son una verdadera maravilla. Tengo enmarcada y colgada la que me regaló y no me canso de mirarla.
    Un abrazo

  12. Hola Piorno!!! No puedo encontrar tu correo…me lo puedes enviar???
    Un abrazo

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